-A mí tampoco, pero sobre el que sí me voy a abalanzar cuando nos den un vis-vis es sobre el Filetes. Mira como son las vainas; al comienzo no quería ni ver al muy vergajo y ahora no soporto esta espera; estoy muy, pero que muy arrecha.
-Y Elisa, por qué no nos tocamos un poquiño las dos, solo así con los dedos y…
-Pero, Cesárea, qué me dices. Tú eres mi amiga… y además, es que a mí las hembras…buf, me da así como que no…
-Pero bobinha, eu tambén non gosto disso, pero en vez de tocarnos solas, podemos hacerlo entre ambas. Anda, qué tú tienes al Filetes, pero yo estoy sozinha, por favor…
Ambas permanecen un buen rato en silencio. Algo prende en el vientre de Elisabeth María, una sensación muy intensa que comienza a escurrirse por su interior y que solo en una ocasión, y con un pelao de Bogotá, había experimentado. Será lo prohibido del asunto, el ayuno de carne o una mezcla explosiva de ambas cosas. Se pasa la mano por su pubis, por entre el gran matojo de pelos que no se ha depilado desde que llegara a esta casa, e introduce suavemente su dedo corazón entre los labios. Se escurre sin ayuda hasta el fondo, tal es la presencia de líquidos que han inundado su interior.
-Bueno, Cesárea, pero…, yo es que nunca he hecho esto con una mujer, pero solo nos tocamos con las manos, ni besos ni nada más, nada. ¿Está bien?- le susurra entrecortada y ladeando la cabeza por el extremo de la litera.
-Vale. Estoy empapada solo de pensarlo, pero también tengo medo, no es medo, es inseguransa. ¿Y si después nos queda gostando y nos volvemos lesbianas? No importa, ahora eu quero tocarme, bueno que me toques y después, ya veremos.