Al cabo de unos días, se encuentra con Ciriaco por el pasillo.
-Hombre, Ciriaco, te andaba…
El Jefe de Servicios frena en seco su caminar, atusa su bigote, primero la punta derecha, después la izquierda, para a continuación clavarle sus ojillos negros y perforadores.
-Don Ciriaco, cabrón, don Ciriaco, y de usted. No te jode el niñato de mierda este, hablándome de tú y en mi casa. ¡Qué santos cojones tienes, niño! A ver, ¿qué coño quieres?
El Filetes permanece unos segundos quieto, maquinando, al cabo de los cuales le suelta:
-Pues nada, que ya he pasado los tres meses esos para el vis-vis y quiero uno con mi gachí.
-Ja, ja, ja –ríe estruendoso el funcionario. – ¿Y el señorito no quiere nada más, quizás también una negra para un trío?
-Hombre, me mola el temita y unas Coca-colas y un cubat…
-No te pases Filetes, que te calzó una hostia y de paso te parteo, ¿eh? –le dice con la mano levantada.
Se recompone el uniforme y, ya más tranquilo, vuelve a dirigirle la palabra al joven: