Entra en el Sociocultural y se dirige al aula. Con una primera batida ocular ve a los grupos de los diferentes cursos merodeando por los pasillos. A lo lejos también ve al Filetes. Aunque en un primer momento pensó que su cercanía no le iba a afectar, un escalofrío recorre todo su cuerpo. En el preciso instante en que desvía la mirada para dirigir sus pasos a la clase que le corresponde, alcanza a atisbar al Filetes sustrayéndose de la conversación en que está imbuido para mirar en su dirección. En esa fracción de tiempo, ve como una sonrisa se dibuja en el rostro de él; la ha reconocido en la distancia. Ella apresura su paso. Su corazón acelera el ritmo y las pulsaciones hacen el amago de salirse a través de su pecho. Ella siente como él se acerca, presuroso. Aprieta el paso a pocos metros del aula. Ya puede oír su voz, llamándola, pero no se gira, encaminándose cegada a su destino. Cruza el umbral de la puerta en el preciso momento en que los pasos de él se acercan audibles y raudos. Se dirige al monitor y con el pretexto de una duda anterior, se enfrasca en una conversación sin fundamento.
Durante la clase fija su mirada al frente y atiende a las explicaciones que el profesor imparte. Eso es lo que parece. Sin embargo, la tranquilidad con que arrancó el día se ha tornado en un manojo de nervios. Percibe que los sentimientos que esta noche pensaba superfluos, están más enquistados de lo que quiere reconocer. Si antes sentía una atracción intensa por este pendejo, ahora acepta que el amor se le ha inoculado por sangre; está pillada.