En el comedor ya cuentan con una mesa que pertenece a otra compatriota suya y que compartía con una peruana. Al ser trasladada esta última al centro de Picassent, las tres pudieron instalarse junto a la colombiana antigua y tomar posición en la zona común de la sala, lugar donde pasaran gran parte de la condena compartiendo espacio con el resto del medio centenar de reclusas del módulo 13.
Ya a estas alturas han dejado de ser el centro de atención a ser otras más del patio. No obstante, el grupo que rodea a la gitana grande sigue observándolas con desconfianza. No les permiten moverse con libertad ni acceder a ningún destino; por el momento, las suramericanas se mantienen al margen y no entran al trapo.
Elisabeth María comienza a realizar contactos con otras reclusas a fin de recabar la información necesaria para ir buscando su lugar dentro del módulo sin entrar en conflicto con el grupo duro. Así se entera del modus operandi de la gitana grande y sus secuaces.
Desde que la romaní se encuentra en prisión, de eso hace ya la friolera de diez años, los gustos de ésta se han adaptado a las circunstancias. Dejó marido y seis hijos en el poblado, después de pegar cinco cuchilladas a sangre fría, con premeditación y alevosía como reza la sentencia, a la zorra que se estaba trasquilando al Paco. A éste solo alcanzó a endiñarle una cuchillada trapera, como solo sabe hacerlo ella, hija de quincallero y gitana. Sobrevivió, y cuando la Patri ingresó en prisión, se trasladó junto a los churumbeles a casa de la mama. Ni el cabrón del Paco ni sus hijos la visitaban, por lo que optó por hacerse fuerte en la cárcel y llevar su vida hasta que saliera; después ya vería.
Lo primero que se le ocurrió y después de meses de ensimismamiento fue buscarse una pareja. No vio ninguno de su etnia que le gustara; todos lo que le entraban por los pasillos, en el sociocultural o algún que otro loco que sabía escribir y le enviaba una misiva –que ella no leía, ya que nunca había aprendido a hacerlo-, o cargaban el bicho o no tenían los cojones bien puestos. No le interesaban. Así que se decantó por una merchera que llevaba un tiempo en el módulo.