Submitted by jorge on Wed, 27/11/2019 - 06:43
Hemos dado con una historia propia de película y que nos sorprende porque ratifica ese refrán tan rural y conocido que dice, que “a cada cerdo le llega su San Martín”.
Dos hermanas, Josefa y Carmen Fraile, nacidas en la década de los años 50, fueron abandonadas por sus padres que se separaron cuando contaban 5 y 4 años respectivamente. La mayor fue a vivir con la abuela paterna y la menor fue ingresada en un internado.
Años después, el padre regresó con su nueva mujer y se hizo cargo de las hijas y la abuela, pero las primeras huyeron debido a que no lo querían y comenzaron a hacer una vida en común, hasta el año 1981, cuando la menor, Carmen, se independizó y se fue a vivir a la calle Huertas, de Madrid.
Ahí conoció a un hombre de origen alemán, Manuel Macarro Thierbach, con una historia también bastante rocambolesca, ya que nació en un campo de concentración de la República Democrática Alemana en 1945, abandonado por su madre y criado en un orfanato, del que escapó con 17 años, y con el que viajó a Barcelona.
Antes de irse, ambas hermanas se vieron, encontrando Josefa a Carmen llorando, mal vestida e insinuando que podía estar embarazada; después de este encuentro, nunca más se volvieron a encontrar, a pesar de que Josefa buscó de manera incansable a su hermana desde ese encuentro fugaz.
Sin embargo, 36 años después y ya en 2017, ocurrieron dos hechos importantes: el primero, fue que Josefa denunció formalmente su desaparición por el formulismo exigido para un acto testamentario, y la Policía le tomó su ADN y el de su padre, que aún vive.
El otro hecho fue que el Juzgado de 1ª Instancia nº 81 de Madrid abrió un expediente testamentario para el reparto de los bienes del padre y, fue ahí, donde Josefa relató la desaparición de su hermana y la relación que mantenía por aquel entonces con un tal Manuel Macarro con el que había viajado a Barcelona; el Juzgado localizó a éste en Barcelona, el cual fue interrogado por escrito, asegurando que no conocía a la tal Carmen. El Juzgado envió a todas las comisarías el ADN de la hermana para que se pudiera cotejar con cualquier caso.
Fue ahí cuando saltó la alarma, ya que un Juzgado de Manresa conservaba el ADN de un cadáver sin identificar aparecido en 1999 en la excavación de un jardín de un chalet de esa localidad, con restos de un feto de 6 meses en su interior y un tiro en la cabeza.
En 2018 fue detenido Manuel Macarro Thierbach a la espera de comprobar que el ADN del feto coincidiera con el suyo, tras lo cual, fue puesto en Libertad Provisional. En diciembre de 2018 llegó el análisis positivo del ADN, coincidente con el del feto y el de Manuel Macarro, por lo cual, el Juez Pedro Cerviño de Manresa, lo procesó por los delitos de Homicidio y Aborto, ya que fue quien, supuestamente, disparó y enterró a Carmen Fraile debido a que mantenía una relación con ella de la cual quedó embarazada, siendo Macarro un hombre casado y con 3 hijos que vivía en aquel entonces en Móstoles, Madrid, traduciendo textos del alemán al español; hoy en día es un conocido escritor que ha publicado 8 libros, pero al que el camino vital como ser libre se le ha acabado, porque el Juez ha concluido la instrucción y lo ha citado a declarar el 17 de diciembre del año en curso para emplazarlo a juicio -aunque quizás los tiempos hagan prescribir el caso-, imponiéndole una fianza civil de 150.000€.
Su hermana Josefa, el Juzgado nº 81 de 1ª Instancia de Madrid y el de Instrucción nº 4 de Manresa han sido los artífices de resolver un crimen propio de novela y 38 años después de ocurrido.
Quizás haya que leer alguna de las novelas de Macarro por si dejara traslucir algo de su crimen.